Los crótalos, también llamados chinchines,finger cymbals, timbales de dedos, zills o zaggat, son unos pequeños instrumentos de percusión típicos de bronce, que se anudan mediante tiras de cuero a los dedos pulgar y corazón, con los que la bailarina acompaña a veces su baile realzando el ritmo y remarcando cada golpe de cadera.
Una bailarina que domina este instrumento demuestra un conocimiento especial para interpretar la música, ya que su sonido debe acompañar y complementar a la orquesta o al percusionista en perfecta armonía.
Antiguamente los crótalos eran de madera, muy similares a las castañuelas, pero cambiarían para convertirse en instrumentos de metal. En algunas regiones eran utilizados para alejar a los malos espíritus al ritmo del derbuka.
Encontramos su uso en muchas piezas folclóricas egipcias y libanesas, también los utilizaban en las plazas públicas las bailarinas gawazees y hay videos de antiguas bailarinas egipcias y libanesas bailando con crótalos, como Naima Akef y otras bailarinas del cine.
Para hacerlos sonar se entrechocan entre sí como en una especie de pellizco. Es recomendable empezar a aprender con unos de pequeño tamaño, ya que los grandes pesan más y su sonido hasta que es dominado puede volver loco a cualquiera.
Se deben coger con los dedos pulgar y corazón de cada mano, justo sobre la primera articulación del dedo, por encima de la uña asegurándose de que estén bien sujetos y que no resbalen sin llegar a cortar la circulación. Para que sean cómodos y seguros lo ideal es que el elástico sea liso y ancho.
Pueden reproducir varios sonidos, aunque el más habitual es el de rebote vibrante. También podemos escuchar sonidos más graves, cortos y precisos, otros que parecen campanillas e incluso variaciones y combinaciones de estos. El sonido debe hacerse a tiempo y acorde con el ritmo. Lo más fácil para empezar es marcar los dum con la mano diestra y los tak con la otra mano. Cuerpo, instrumento y música deben hablar el mismo idioma y armonizar. Hoy en día Ansuya es una gran representante de la danza del vientre con crótalos.
Una bailarina que domina este instrumento demuestra un conocimiento especial para interpretar la música, ya que su sonido debe acompañar y complementar a la orquesta o al percusionista en perfecta armonía.
Antiguamente los crótalos eran de madera, muy similares a las castañuelas, pero cambiarían para convertirse en instrumentos de metal. En algunas regiones eran utilizados para alejar a los malos espíritus al ritmo del derbuka.
Encontramos su uso en muchas piezas folclóricas egipcias y libanesas, también los utilizaban en las plazas públicas las bailarinas gawazees y hay videos de antiguas bailarinas egipcias y libanesas bailando con crótalos, como Naima Akef y otras bailarinas del cine.
Para hacerlos sonar se entrechocan entre sí como en una especie de pellizco. Es recomendable empezar a aprender con unos de pequeño tamaño, ya que los grandes pesan más y su sonido hasta que es dominado puede volver loco a cualquiera.
Se deben coger con los dedos pulgar y corazón de cada mano, justo sobre la primera articulación del dedo, por encima de la uña asegurándose de que estén bien sujetos y que no resbalen sin llegar a cortar la circulación. Para que sean cómodos y seguros lo ideal es que el elástico sea liso y ancho.
Pueden reproducir varios sonidos, aunque el más habitual es el de rebote vibrante. También podemos escuchar sonidos más graves, cortos y precisos, otros que parecen campanillas e incluso variaciones y combinaciones de estos. El sonido debe hacerse a tiempo y acorde con el ritmo. Lo más fácil para empezar es marcar los dum con la mano diestra y los tak con la otra mano. Cuerpo, instrumento y música deben hablar el mismo idioma y armonizar. Hoy en día Ansuya es una gran representante de la danza del vientre con crótalos.