Los dedos de fuego se utilizan en coreografías de danza del vientre de fantasía o tribal principalmente. Es un elemento diseñado para poder trabajar con fuego con cierta comodidad e incorpora unas varillas sujetas a una especie de anillos con unos extremos preparados para prender.
El trabajo de los brazos es el protagonista y se acompaña de movimientos ondulatorios de cadera que son representativos del fuego.
Los dedos de fuego requieren de una habilidad especial de la bailarina, que nunca debe utilizar este elemento sin una preparación previa suficiente dado el riesgo que entraña. Siempre debemos ensayar y actuar con la presencia de una persona que pueda socorrernos en caso de incendio y estudiaremos los movimientos una y otra vez sin fuego antes de actuar.
Los brazos se mueven a los lados extendidos de diversas formas, como por ejemplo imitando el vuelo de un ave, nadando, realizando círculos, serpenteando o con cruces marciales. Igualmente se trabajan las posiciones jugando con los diferentes niveles agachándonos, arrodillándose o poniéndote de puntillas.
El vestuario de la bailarina debe estar realizado en tejidos ajustados de fibras naturales como algodón, lana o cuero para que no prendan facilmente en caso de accidente. Igualmente el pelo debe ir recogido, protegido con algún gorro e impregnado de agua o productos que eviten que nuestra melena prenda y salga ardiendo.
Los dedos de fuego guardan una relación directa con la evolución de los juegos malabares. Ya en tiempos del principe Beni Hassan en Egipto sobre el 1794 A.C. se hacían juegos malabares y estos comprendían también la utilización de antorchas encendidas. Los emigrantes egipcios llevaron estas costumbres a Roma y desde alli se extendió por toda Europa, siendo habituales los espectáculos callejeros que más tarde pasarían a teatros y circos. Los dedos de fuego no son más que la evolución y adaptación de estos malabares y forman parte del estilo de fantasía dentro de la danza oriental.
El trabajo de los brazos es el protagonista y se acompaña de movimientos ondulatorios de cadera que son representativos del fuego.
Los dedos de fuego requieren de una habilidad especial de la bailarina, que nunca debe utilizar este elemento sin una preparación previa suficiente dado el riesgo que entraña. Siempre debemos ensayar y actuar con la presencia de una persona que pueda socorrernos en caso de incendio y estudiaremos los movimientos una y otra vez sin fuego antes de actuar.
Los brazos se mueven a los lados extendidos de diversas formas, como por ejemplo imitando el vuelo de un ave, nadando, realizando círculos, serpenteando o con cruces marciales. Igualmente se trabajan las posiciones jugando con los diferentes niveles agachándonos, arrodillándose o poniéndote de puntillas.
El vestuario de la bailarina debe estar realizado en tejidos ajustados de fibras naturales como algodón, lana o cuero para que no prendan facilmente en caso de accidente. Igualmente el pelo debe ir recogido, protegido con algún gorro e impregnado de agua o productos que eviten que nuestra melena prenda y salga ardiendo.
Los dedos de fuego guardan una relación directa con la evolución de los juegos malabares. Ya en tiempos del principe Beni Hassan en Egipto sobre el 1794 A.C. se hacían juegos malabares y estos comprendían también la utilización de antorchas encendidas. Los emigrantes egipcios llevaron estas costumbres a Roma y desde alli se extendió por toda Europa, siendo habituales los espectáculos callejeros que más tarde pasarían a teatros y circos. Los dedos de fuego no son más que la evolución y adaptación de estos malabares y forman parte del estilo de fantasía dentro de la danza oriental.