La humildad en la danza

Hace solo algunos días leía en facebook el comentario de una bailarina de danza oriental que se quejaba de que alguien la había dicho algo asi como que tenía que ser más humilde. No opiné en dicho comentario porque se me vinieron automáticamente tantos pensamientos a la cabeza que no era cuestión de tapiar su muro con un ladrillazo, ya que la considero amiga y no es plan, y pensé, mejor déjalo y escríbe sobre el tema otro día en tu blog.

Y es que lamentablemente no es la primera vez que escucho a bailarinas o compañeras de danza machacarse unas a otras con el tema de la dichosa humildad.

Para empezar no estaría mal saber que es la humildad. Para ello siempre es interesante leer uno de los libros de consulta más intersantes que hay, el diccionario. La Real Academia Española de la Lengua define la humildad con varias acepciones, pero nos quedaremos con la que nos compete en este caso, que dice "Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento." y luego hay otra definición que también he sacado del diccionario Wordreference que me gusta bastante y dice "Actitud de la persona que no presume de sus logros, reconoce sus fracasos y debilidades y actúa sin orgullo."

Pues bien, una vez que ya nos hemos centrado en el significado de la palabra, me pregunto, ¿que extraña fiebre les ha entrado a todos por ver la humildad como una cualidad imprescindible para ser bailarina o profesora de danza oriental?.

Si bien es cierto que la humildad es una cualidad deseable y que despierta la simpatía de la gran mayoría, también es cierto que muy pocas personas son humildes por definición. Cuidado !! porque uno puede comportarse con humildad en algún momento de su vida y esto no le convierte en humilde para los restos, aqui no prima el refrán de que por una vez que mates un gato ya te vas a convertir en matagatos, no, no es el caso cuando hablamos de humildad. Para mi una persona humilde es aquella que en la mayoría de sus actuaciones se rige por la humildad, incluso aunque no lo sea siempre, pero que si ponemos en una balanza todas las veces que se comporta con humildad y las que no, esta se inclinaría claramente hacia el lado de la humildad.

Para empezar, una persona que es humilde dificilmente se va a catalogar como tal, asi que todas esas personas que se pasan la vida presumiendo de lo humildes que son es porque carecen de esta virtud seguramente en mayor medida que muchas otras. Pero claro, la humildad vende, vende mucho, a todos nos gustaría que dijesen de nosotros que somos humildes, es un piropo en toda regla, hasta el punto de que se ha convertido en un trofeo para muchos, y claro el que pretende ser el number one de todos los cotarros no puede estar a la altura si no luce su diploma de humildad otorgado por su coro de aplaudidores personales como mínimo.

Yo desde luego tengo claro que no soy humilde y no me he muerto aún por ello. Una persona que no es humilde no tiene ni siquiera porque ser mala gente, puede tener de hecho muchas otras virtudes, o simplemente ser alguien normal, como la gran mayoría, es decir, alguien con virtudes y defectos más o menos equilibrados.

Pero si hay algo que me toca particularmente las narices cuando la gente habla de humildad en la danza, es cuando pretenden imponer esta virtud a los demás como signo de ser decente y caso de no tenerla, o mejor dicho aún, de que te acusen de no tenerla, eres lo peor dentro del mundo de la danza y simplemente deberías desaparecer del mapa, al menos del radio de acción de la susodicha que te cuestiona, cuando seguramente la acusadora no pasaria tampoco la prueba del algodón.

Pero aún podemos ir más allá, y es cuando la gente te restriega la terrible acusación cuando detectan el más mínimo índice de autoestima, pero esto es tan simple como que mucha gente no sabe distinguir el orgullo consistente en reconocerse a uno mismo la satisfacción de conseguir, experimentar o tener algo, con el orgullo arrogante, soberbio y altanero que pasa muchas veces por el desprecio a los demás. Tener autoestima no es malo, tan importante es tener consideración con los demás como apreciarse y valorarse uno mismo, lo malo es cuando aparece el ego, y entonces el aprecio hacia uno mismo es excesivo.

Pero parece que uno habla con sus amigos para compartir su alegría de que consiguió tal cosa y se siente orgulloso y ya están como buitres cuatro o cinco a ver como lo tiran abajo con el latiguillo de la falta de humildad.

Si una bailarina triunfa creo que está en su derecho de decir que ha triunfado, no dice más que la verdad, no tiene porque humillarse o pasar por inferior de lo que es. Se puede tener autoestima y comportarse con humildad, simplemente no engordando nuestros logros o virtudes desmedidamente ni tratando de hacer de menos a los demás o pensar que nuestra mejor posición en algo nos pone por encima de ellos como personas.

No convirtamos la humildad en una piedra, porque solo el que esté libre de pecado tiene permiso para tirarla, y el que pueda, para cumplir la premisa, nunca debería querer tirarla.